El británico Mark Cavendish (Etixx) ganó la séptima etapa del Tour de Francia, este viernes en Fougeres, delante del alemán Andre Greipel. Otro británico, Chris Froome (Sky), se hizo con el "maillot" amarillo de líder
En un selecto esprint en el que solo se metieron los grandes velocistas, el "Expreso de Man", de 30 años, mantuvo el pulso con Greipel cuando éste lanzó su ataque ganador, y le superó en los últimos 200 metros con autoridad, evitando un triplete del "Gorila" que le hubiera resultado humillante.
La exhibición de Cavendish, dolido en su orgullo tras la retirada del año pasado en la primera etapa en Harrogate, cerca de su casa, hizo inútil el esfuerzo de todos sus rivales directos. Nada pudieron hacer Sagan, Degenkolb, Kristoff o Demare. Un "revival". No cantaba victoria desde 2013, cuando ganó dos etapas.
Con el grito de "Cav" finalizó un día tranquilo, de calor, disputado a ritmo moderado, en la que los favoritos se borraron de la zona de riesgo para que hablaran los hombres bala. La mente de la alta jerarquía de la general ya estaba en el Muro de Bretaña, que espera este sábado para disputar un puñado de segundos.
El jefe reconocido del Tour una vez cumplida la primera semana es Froome. El británico de origen keniano, vestido de amarillo, se dirige al Muro y la cronometrada por equipos con una buena renta. De momento, tiene a Contador a 36 segundos, a Nibali a 1.30 minutos, y a Quintana y Valverde a 2.
La etapa salió sin maillot amarillo por la ausencia del alemán Tony Martin, operado de fractura de clavícula en Hamburgo. Un pelotón sin líder no se veía desde 2007, cuando el danés Rasmussen fue expulsado por su equipo por saltarse dos controles. Entonces la prenda dorada tuvo un nuevo dueño tras la etapa siguiente, Alberto Contador.
El trayecto de desde la pequeña localidad normanda de Livarot (2.500 habitantes), famosa por su queso, hasta la bretona de Fougeres, ciudad descrita por Balzac en "Les Chouans", empezó con susto. Alberto Contador se cayó en la marcha neutralizada. Única caída del día. Y sin consecuencias. Precisamente iba hablando con sus compañeros "de las caídas", según comentó en meta.
Cuando el madrileño se volvió a subir a la bici ya se había formado un quinteto para la estéril escapada del día, con el nuevo ídolo africano y líder de la montaña, el eritreo Teklehaimanot (MTN), el "lince de Marbella" Luis Angel Maté (Cofidis), el croata Durasek (Lampre-Merida) y los franceses Delaplace y Feillu (Bretagne).
El pelotón los mantuvo a raya en todo momento. Los equipos de los velocistas se encargaron de que no se les fuera el asunto de las manos, y la caza se produjo a 12 de meta, aunque Maté y Feillu aún se rebelaron un rato antes de tirar la toalla.
Los kilómetros de aproximación a Fougeres los hizo el Sky al frente, a 70 por hora. Luego la gestión pasó a los equipos interesados en la etapa.
Y lo habitual. Pelea por coger la cabeza y entrar bien colocado a la recta de meta. Greipel atacó de lejos y Cavendish marcó a Kristoff, que era su rueda, pero como el noruego no reaccionaba saltó detrás del alemán, se le soldó a la rueda y le rebasó con poderío.
Cavendish, hambriento de triunfos, dedicó la victoria a su compañero Tony Martin y destacó la caballerosidad de Greipel "porque me pudo mandar contra las vallas y no lo hizo".
Su victoria número 26 en el Tour le sitúa al campeón mundial 2011 a dos del "Caimán" Bernard Hinault y a 8 del "Caníbal" Eddy Merckx. El ciclista de la Isla de Man, considerado el mejor esprinter de la historia, tiene 15 victorias en el Giro y 3 en la Vuelta. También una Milán San Remo.
Como la mayoría de ciclistas británicos de la ruta, procede de la pista, donde obtuvo dos títulos mundiales de madison en 2005 y 2008. Cavendish cambió el rostro triste de su equipo, ahora sin el maillot amarillo, pero con su velocista de regreso a la senda de la victoria.
Este sábado se disputa la octava etapa entre Rennes y el Muro de Bretaña, de 181,5 kilómetros, un aliciente final de 2 kilómetros al 6,9 por ciento de pendiente, de donde saldrá el ganador.
Fuente: EFE