
De las cuatro partidas disputadas a ritmo semirrápido (25 minutos por bando para todos los movimientos, más 10 segundos suplementarios en el reloj por cada jugada nueva), el noruego se impuso en dos, desaprovechó una posición victoriosa en otra y entabló fácilmente en la restante. Nunca se encontró en problemas, llevando la iniciativa incluso cuando le tocaban las negras, mientras que el aspirante ruso repitió el esquema de buena parte del encuentro por el título: un juego excesivamente conservador que, a la postre, fue su perdición. FUENTE