Siete partidos fue lo que duró la alegría en la franquicia de Houston Texans. Probaron suerte, y bendita decisión, en el primer encuentro frente a sus rivales de división los Jacksonville Jaguars, cuando mandaron a sentar a Tom Savage tras lanzar 13 pases y completar solo siete de ellos para 62 yardas y sin anotaciones. En su lugar, Bill O'Brien decidió sacar en la segunda parte al novato que habían seleccionado en la duodécima posición del pasado Draft, un tal quarterback llamado DeShaun Watson. Y los ojos de todos los aficionados texanos brillaron ante una temporada que se les presentaba muy prometedora.
La posición inestable del QB en Houston
Es un martirio lo que llevan viviendo los Texans con esta posición maldita en los últimos años para la franquicia. Tras fracasar en las últimas tres temporadas con hasta ocho quarterbacks diferentes desde que se marchó Matt Schaub en 2013 (Case
Keenum, Ryan Fitzpatrick, Ryan Mallett, Brian Hoyer, T.J. Yates,
Brandon Weeden, Brock Osweiler y Tom Savage), Houston se veía obligado a
cazar algo en el Draft y más después del deprimente contrato
multimillonario de 72 millones de dólares que ofrecieron a Osweiler,
quien se marchó encima este verano a los Denver Broncos.
De esta manera, decidieron seleccionar a un QB en primera ronda, algo que no hacían en Houston desde 2002 cuando escogieron a David Carr. Y, para ello, se pusieron manos a la obra con los Cleveland Browns
para hacerse con su selección número 12 a cambio de la elección número
25 y su primera ronda del próximo año. Con ello se hicieron con el
jugador dos veces finalista del Trofeo Heisman y recién campeón de la NCAA.
DeShaun Watson, el campeón universitario, selección nº 12 de los Texans
DeShaun Watson fue el escogido por los
Texans. Consiguieron un jugador humilde y estable, de gran calidad y
habilidoso, pero con dudas sobre su desempeño en la gran liga
norteamericana por su estatura y su durabilidad sana. Después de sufrir
una lesión en la rodilla en su primer año donde ya se había ganado la
titularidad en Clemson, brilló de forma espeluznante en
2015 con marca inmaculada de 12-0, pero sin poder poner la guinda al
pastel sucumbiendo en la gran final ante los imparables de Alabama que vencieron por 45-40.
Sin embargo, la siguiente temporada sería su coronación en el football college. Los Clemson Tigers accedieron a los Playoffs por el Campeonato Nacional con un récord de 12-1, se deshicieron fácil por 31-0 de Ohio State y lograron la revancha ante el equipo de Nick Saban por un vibrante marcador de 35-31 el pasado 9 de enero en la gran final. Watson demostró que la defensa de la ya dinastía de los Crimson Tide no era invencible, y con 420 yardas repartidas y tres pases de touchdown lideró a Clemson para gobernar en la NCAA por segunda vez en la historia de la universidad, desde 1981.
Y las 4593 yardas que lanzó y los 41 touchdowns que conectó en la temporada 2016/2017, además de acabar con el mejor balance de un QB en college (32-3) con un total de 10168 yardas aéreas, 90 anotaciones, 32 intercepciones, 1934 yardas terrestres y 26 touchdowns de carrera como profesional en la NCAA, casi nada, fue lo que incitó a Houston en su elección en el Draft.
Watson fue la clave para reactivar el ataque texano
Tenían la esperanza de encontrar a un quarterback que fuese capaz de lanzar a la ofensiva de los Texans de una vez por todas (en el anterior curso Houston finalizó el 28º en puntos anotados), y Watson era la mejor opción. Un jugador atlético, habilidoso para burlar las coberturas defensivas, ágil en el pocket y con un brazo potente para rutas profundas y con muy buena precisión.
Pero la incertidumbre de que estas
aptitudes las pudiera demostrar en la NFL llevó a Bill O'Brien a
mantener a Tom Savage como titular en el inicio de la temporada. Aunque,
como ya se ha dicho, solo duró media hora de juego y, cuando Watson
saltó al campo, los aficionados tenían un nuevo motivo para acudir al NRG Stadium y ver a su equipo luchar cada fin de semana por la victoria en ambos lados: la calidad de la defensa por fin ya no estaba sola en los partidos.
Los primeros treinta minutos de Watson transmitieron mucha confianza aún con el partido casi perdido (iban 19-0 abajo). Su primer drive se tradujo en su primer pase de touchdown: avanzó 75 yardas en 14 jugadas durante casi seis minutos, y acabó encontrando a DeAndre Hopkins que avanzó 4 yardas hasta la endzone.
Finalizó con 102 yardas aéreas (12/23 pases) y una intercepción, e
incluso realizó dos carreras con las que recorrió 16 yardas.
Balance de 3-4 con el rookie en el campo, y unos números ofensivos estratosféricos
La derrota con los Jaguars (7-29) fue un simple aperitivo para lo que estaba por venir. En la siguiente semana vencieron por 13-9 a los Bengals en Cincinnati ante los que demostró su capacidad terrestre con 67 yardas y 1 touchdown espectacular, además de repartir 125 yardas de pase en 15/24 lanzamientos.
En la Week 3 tuvieron un enfrentamiento complicado ante los campeones, pero por aquél entonces los New England Patriots flojeaban mucho en defensa y muy cerca estuvieron de hacerse con el triunfo. Watson vislumbró al conjunto de Belichik con 301 yardas aéreas y dos pases de anotación para Bruce Ellington y Ryan Griffin,
rompiendo poco a poco el monopolio de Hopkins. Incluso corrió 41
yardas, pero el partido se definió por tiros de campo en la recta final
(33-36).
Llegaron a la semana 4 donde tendrían un nuevo duelo divisional, esta vez frente a los Tennessee Titans, y a partir de este encuentro sacó el "Watson colegial". Los aplastaron por 14-57 con cuatro pases de anotación en 283 yardas aéreas, sumadas 24 de carrera con un touchdown propio. El domingo siguiente plantaron cara a los Kansas City Chiefs quienes iban con una marca imbatida de 5-0, con hasta 5 anotaciones de pase, récord de toda la NFL para un rookie igualando a Ray Buivid, Matthew Stafford y Jameis Winston, pero que no fueron suficientes para ganar (42-34). Posteriormente se desquitaron ante los Cleveland Browns
(17-33) repartiendo 225 yardas a hasta ocho receptores diferentes:
Hopkins ya no recibía la mayoría de los lanzamientos y el juego de
carrera que había sido minado en las últimas temporadas, ya apenas
cobraba relevancia en los partidos de Houston.
Su encuentro culmen, por desgracia en ambos sentidos de la palabra, fue ante los Seattle Seahawks. Contra la famosa defensa "Legion Of Boom", culpable de que la franquicia de Washington haya sido una dinastía en los últimos años con un anillo en dos SuperBowls disputadas, Watson batió su marca de yardas aéreas con 402, aportó 4 pases de touchdown y corrió durante 50 yardas terrestres,
todo en un mismo partido, números inéditos en la historia de la NFL.
Pese a ello, los Texans cayeron por un ajustadísimo 38-41, lastrados por
las lesiones a principios de octubre de hombres vitales en defensa como
el linebacker Whitney Mercilus, la estrella J.J. Watt o el suspendido desde mediados de septiembre durante 10 partidos por consumir sustancias prohibidas, el linebacker Brian Cushing.
La rodilla volvió a eclipsar al QB de Georgia
Sin embargo, la ilusión en Houston duró muy poco, pues el dos de noviembre durante un entrenamiento, Watson sufrió un desgarre en el ligamento cruzado anterior de su rodilla derecha, lo que ha hecho que se perdiera toda la temporada restante. Entonces regresó Tom Savage a la titularidad y ficharon al veterano reserva Matt McGloin para suplir la baja en el roster, a un juego de los líderes de la AFC Sur con balance de 3-4, y toda la temporada se desmoronó: dos años después se vuelven a quedar sin Playoffs y solo se encuentran por delante de los inofensivos Indianápolis Colts
(3-11) en su división con un triste balance de 4-10, racha de 1-7 sin
Watson, apuntando hacia su segundo peor récord de sus últimas siete
campañas.
El quarterback rookie
se había convertido en el jugador de moda, clarísimo aspirante al premio
"Novato Ofensivo del Año", la sensación de unos Texans obstaculizados
por no cubrir esta posición tan importante hasta que él pisó el césped
del EverBank Field de Jacksonville. Houston por fin disfrutaba viendo a su ataque jugar, pues, hasta la lesión de Watson, su equipo era el más productivo de toda la NFL con 30 puntos por encuentro, poseían al QB más anotador con 19 pases de touchdown, el rookie que más lanzamientos anotadores ha aportado en un mes de una temporada (16); el récord en una regular season completa por un rookie
de los Texans a pesar de que tan solo jugó siete partidos (19). En
siete semanas había contribuido más que Osweiler y Savage en toda la
temporada 2016: 15 pases a la endzone.
El natural de Gainesville a sus 22 años se ha estrenado en la liga con un total de 1699 yardas, completando el 61'8% de sus lanzamientos (126/214) y con un passer rating
de 103'0. Le han interceptado en 8 ocasiones pero ha conseguido que sus
receptores alcanzaran la endzone con el balón 19 veces, mientras que en
juego terrestre ha contribuido con 269 yardas y además él ha logrado
dos touchdowns.
Los Houston Texans estaban disfrutando
del mejor ataque de su historia. Ahora la esperanza recaerá sobre la
franquicia la temporada que viene, con el quarterback de Clemson que ha batido numerosos de récords en solo siete encuentros de la NFL,
hasta que una nueva lesión de rodilla (como le ocurrió en 2014, aunque
como se ha visto, al año siguiente llevó a los Tigers a la final de la
NCAA) ha eclipsado su corto año de ensueño de novato.