
Tardó algo Nadal en afinar la maquinaria, el tiempo que tuvo en poner a punto su servicio, los cuatro primeros juegos del primer set. Pero cuando estuvo engrasado, el español fue un torbellino de tenis que maniató los golpes de Wawrinka, que por primera vez perdió la final de un grande, tras haber ganado las tres anteriores que había disputado, una de ellas la de 2015 en París. El helvético perdió su imbatibilidad en Grand Slam y Nadal mantuvo la suya en la final de Roland Garros, 10 de 10.

A partir de ese momento, el suizo tenía ante sí una montaña que escalar, levantar dos sets al mejor jugador de la historia en Roland Garros en uno de los momentos más dulces que se le recuerda, pletórico de forma y de tenis. El suizo cedió su saque de entrada en el tercer set y ya solo pudo ganar un juego en ese parcial. El tenista mallorquín consiguió su decimoquinto Grand Slam, con lo que supera al estadounidense Pete Sampras y se queda a tres del suizo Roger Federer. FUENTE