
En su lugar colaron a un compañero y esa polémica decisión desató un aluvión de protestas. Por fortuna, imperó la cordura y se rectificó: se le esperó dos semanas, aun sabiendo que las dudas sobre su estado físico asaltarían a todos en la cita del frontón Bizkaia de Bilbao, abarrotado ayer con 3.000 personas. FUENTE