Primero se crea un nuevo equipo en Southern California para la G-League, liga en la que cada uno de ellos está vinculado a una franquicia NBA para desarrollar jugadores generalmente sin hueco en sus rosters. Después, conocemos que esta expansión se hace con este equipo sin afiliación alguna a las franquicias. Y por ello, se convierte en un equipo profesional tutelado por la NBA para, básicamente, formar y desarrollar a futuras estrellas de su propia liga.
Pero la clave de todo esto es que el equipo de Southern California pasa a ser un atractivo para aquellos jóvenes a punto de saltar a la NCAA, a su etapa universitaria. Ya que podían hacer lo mismo: jugar a baloncesto a alto nivel mientras demuestran sus mejores cualidades a la NBA, pero en este caso ganando dinero.
Y lo peor de todo, para la NCAA, es que en los últimos días ha atraído a los que apuntan más alto para el Draft de la NBA en el próximo año. El primero fue el más mediático, el cinco estrellas Jalen Green, mejor jugador de la camada de 2020 para ESPN, a quien se unió también otro cinco estrellas como Isaiah Todd que renunció su compromiso con Michigan. Ambos han firmado ya con la G-League con contratos que se estiman de entre 300.000 y 500.000 dólares por esta temporada.
A lo que recientemente se ha unido Daishen Nix, base comprometido con UCLA también cinco estrellas pero que finalmente formará parte del programa de esta liga la próxima temporada. Todos ellos serán entrenados por un grupo de expertos con experiencia NBA, como Sam Mitchell, quien será el entrenador, ayudado muy posiblemente por gente como David Fizdale o Brian Shaw.
Te preparas para tu posible futura carrera NBA antes que nadie, con un salario más que digno, posibilidad de obtener contratos publicitarios o con marcas y olvidándote de los estudios. Una oferta muy difícil de rechazar.
Al menos, para los fanáticos del deporte universitario, la NCAA ha reaccionado ante la fuga de los mejores prospects recién salidos del instituto hacia el nuevo "equipo de desarrollo" de la G-League. Y es que hasta el momento la NCAA siempre a hecho la vista gorda, pese a que llevan varios años recibiendo quejas por parte de los propios estudiantes-atletas, medios de comunicaicón e incluso de la afición, potenciado además por los casos de corrupción que se han sucedido o por gobernadores "rebeldes" que impusieron leyes en sus estados, como California o Florida, para obligar a la propia NCAA de que en sus universidades estatales cobrasen los jugadores por sus derechos de imagen.
Ha tenido que llegar Adam Silver con su plan que parece evitar el exilio masivo de tantos talentos americanos hacia Europa, China, Australia o Malasia para hacer despertar a la organización del deporte universitario estadounidense. La NCAA se ha pronunciado y ha publicado diversas medidas para que los jugadores puedan obtener beneficios económicos, con ciertas restricciones.
Unas medidas que como mínimo no se podrán aprobar hasta enero del 2021, cuando esta organización se reúne para implementar nuevas reglas. Os indicamos a continuación un resumen rápido de las medidas que podían hacer que los estudiantes universitarios pudieran empezar a obtener beneficios económicos en su paso por el deporte en college:
- Recibir dinero por publicitar ropa siempre y cuando en ella no se incluyan los logos y las marcas de las universidades.
- Se permite a los deportistas efectuar anuncios de publicidad, identificándose únicamente como deportistas universitarios, siempre dejando de lado la imagen de la universidad a la que pertenecen.
- Nunca se podrá publicitar productos en conflicto con la legislación de la NCAA (casas de puestas, sustancias prohibidas...).
- Es posible que los deportistas contraten a un agente para ser ayudado a encontrar y administrar todo este márketing.
- Los deportistas deberán siempre revelar los detalles de sus contratos a los departamentos de deportes de sus universidades.