
A la décima, conquistó Interlagos y cumplió su parte del trato en un Mundial donde sólo le vale ganar y cruzar los dedos. Sin el casco de Ayrton Senna, que no paró de incordiarle debido a la lluvia, soltó por radio un grito de rabia, aunque la situación siga siendo crítica. Porque Nico Rosberg, el líder, también cumplió, a duras penas, la parte que le correspondía.
Resistió a las dentelladas de Max Verstappen gracias a un error estratégico de Red Bull y se rehizo de un trompo que pudo haberle mandado al limbo. Su segundo puesto le permitirá visitar Abu Dhabi con el oxígeno de poder acabar tercero, algo que, viendo cómo se las gasta Verstappen, es todo un respiro para él. En Yas Marina, dentro de dos semanas, buscará la revancha con la que lleva soñando desde aquel triste epitafio de 2014.