La selección de Serbia, liderada por un genial Milos Teodosic, se clasificó para la final de la Copa del Mundo de baloncesto, al dominar a Francia por 85-90, con un Nicolas Batum excepcional y autor de 35 puntos.
La selección de Serbia salió más enchufada, con más ganas, con nervio. Teodosic hizo y deshizo a su antojo, dirigió, anotó, repartió asistencias y, sobre todo, sobrevoló el Palacio de deportes madrileño con su calidad infinita. Sasha Djordjevic, otro genio serbio en la dirección de equipos y ahora en el banquillo como entrenador, no se quedó atrás con respecto a su jugador.
Serbia controló la ventaja, la administró con la precisión de un cirujano en la acometida heroica de Francia en el último cuarto a base de triples y ni los 35 puntos de Batum (17 en el último cuarto) pudieron impedir su victoria (85-90), su pase a la final y su regreso a la elite.
