
Estados Unidos y Japón, grandes favoritas y dominadoras absolutas de las últimos torneos mundialistas (en las últimas 6 ediciones Estados Unidos y Japón habían disputado las seis finales con balance 4-2 para las estadounidenses) se alzaron con la victoria en cada uno de sus grupos sin ceder un solo encuentro.
Con la victoria de Japón y Estados Unidos en ronda de cuartos frente a Puerto Rico (7-0) y Australia (3-1), y la derrota de Italia frente a México por la mínima (1-0) y la de Holanda ante Canadá (8-1), las semifinales deparaban una primera opción de final para los dos grandes en un duelo que se llevarían las estadounidenses por 4-3 en la octava entrada.
En
el otro lado del cuadro, era Canadá la que se deshacía de la siempre
difícil Australia por un contundente 12-0, presentándose en la lucha por
el bronce ante Japón y soñando con reeditar el duelo ante el país
vecino que ya esperaban en la final. Sin embargo, la novena nipona sonó
como nunca, venciendo 3-0 al equipo canadiense que se conformaba con un
bronce que ya había saboreado en la edición anterior.

Allí, dos tantos nipones no serían suficientes para soportar el vendaval americano que con tres puntos más se acabaría llevando la contienda y el oro mundial por un global de 6-7.