El juego entre Eagles y Bears dejó mucho en materia de análisis. El hecho de que se anotaran sólo 31 puntos en total no se debe, específicamente, a la falta de creatividad de los mariscales Mitchell Trubisky y Nick Foles sino que ambas defensas jugaron un partido prácticamente perfecto. Que un encuentro se definiera por un gol de campo errado explica la paridad que tuvieron ambos hasta el final.
Duelo defensivo
Cuando los entrenadores necesiten mostrarles cómo defender a sus dirigidos, deberían pasar en la televisión el partido disputado en el Soldier Field.
Mitch Trubisky necesitó más de 3 cuartos para encontrar, por vía aérea, un pase de touchdown que Allen Robinson II capturó sin problemas. Eagles cargó constantemente contra el lanzador de la Universidad de Carolina del Norte, selló todos los caminos por tierra y por aire y obligó a que corriera en reiteradas ocasiones con el balón. A nivel individual es necesario remarcar las actuaciones de Nigel Bradham y Cre'Von LeBlanc que le arrebató la anotación al receptor abierto, Anthony Miller, luego de un lanzamiento perfecto de Trubisky. Una jugada que los árbitros debieron revisar por interferencia, pero la falta de evidencia determinó que fue incompleto.
El punto más bajo del campeón vigente de la liga fue el esquinero Avonte Maddox que no pudo controlar en ningún momento a Robinson II. Por su zona, Trubisky encontró los espacios para que Bears soñara con el juego divisional.
Chicago, por su parte, mostró todo su repertorio a nivel defensivo. Hizo uso de todas sus virtudes que lo convirtieron en una muralla para recibir los ataques por tierra en la temporada regular. Philadelphia no encontró en ningún momento una rajadura para filtrarse con sus corredores. Ni siquiera Golden Tate que venía de convertir un tochdown, pudo penetrar para la conversión de 2 puntos al final del encuentro.
La defensa, como en todo el año, fue el sostén de Bears en el duelo de comodines. Interceptó dos veces a Nick Foles demostrando que son inapelables en el rubro de robo de balones. Sin embargo, tuvo su valor más flojo en su mejor jugador. Khalil Mack no logró en ningún momento acercarse a la amenaza que significa para cualquier quarterback. Terminar sin capturas es algo inusual para el ex integrante de Oakland Raiders y eso Nick Foles lo aprovechó a la perfección. El MVP del Super Bowl LII cuando dispuso de tiempo para soltar su brazo, lastimó demasiado a su rival. Mérito de su línea ofensiva, por un lado, falta de virtudes de Mack para sortear a sus marcadores, por el otro.
Paridad ofensiva
Ambos demostraron que los partidos de playoff se definen por situaciones puntuales y no hay lugar para las dudas. Foles dejó en claro que si dispone de tiempo y espacio, logrará conectar cualquier balón con receptores como Alshon Jeffery, Golden Tate y Zach Ertz. Por tierra, el veterano Darren Sproles no genera nostalgia por la ausencia de Jay Ajayi. Doug Pederson, entrenador en jefe de Eagles, fue claro antes del encuentro: “necesitamos una gran variedad de jugadas para ganar”. Así fue. Sus dirigidos usaron todo su repertorio para sacar el partido adelante y dejaron en claro, una vez más, que son implacables en cuartas oportunidades en postemporada: llevan concretadas 4/4 ya que, Tate puso a su equipo 16-15 a falta de 60 segundos para el final.
Matt Nagy deberá resolver para la temporada que viene como capitalizar, en materia ofensiva, lo producido por su defensa y equipos especiales. En más de una ocasión, devolvieron y ubicaron patadas en posiciones de privilegios, pero los avances se vieron frustrados. Trubisky mostró el carácter necesario para esta clase de situaciones y no le tembló el pulso a la hora de tomar decisiones. Corrió cuando tuvo que hacerlo; ubicó pases precisos en momentos delicados y aseguró el balón cuando fue capturado (Lammar Jackson, otro novato como él, sufrió las consecuencias de su juventud en la derrota de Ravens ante Chargers). Es inevitable pensar que veremos a Trubisky en más de una ocasión en partidos de este calibre y lo hará bien.
Detalles que definen la suerte de cada uno
Las últimas líneas de este análisis son dedicadas a dos personajes fundamentales de esta historia: Doug Pederson y Cody Parkey. Al head coach de Eagles hay que remarcarle la virtud de utilizar el único tiempo fuera que le quedaba a falta de un segundo cuando Parkey remató el gol de campo que le daba la victoria a Bears. Una jugada que cualquier técnico haría. Sin embargo, ese movimiento no fue en vano porque se trataba del pateador que más intentos fallidos (10) acumulaba en la temporada. El desenlace es conocido: patada errada y final de la historia para Chicago. Parkey deberá lidiar con eso el resto de su carrera, sea en Bears o en cualquier otra franquicia.