
Las diferencias abismales de palmarés entre los dos jugadores (18 títulos para Murray y ninguno para el estadounidense, pese a que el británico es sólo dos años mayor, 24 años por 22) quedaron patentes desde el primer momento.
Murray dominó como, cuando y de la manera que quiso a un Young, inocente y, sobre todo, amedrentado por la figura de su rival.
Pocas veces una final será tan desequilibrada y baste decir que el escocés no tuvo que defender ningún punto de rotura en su decimonoveno título ATP y tercero de la temporada, tras el Masters 1000 de Cincinnati y Queen's. FUENTE